viernes, 14 de mayo de 2010

Contra viento y marea.

Estoy sentado en frente de esto, como siempre, mi cigarro en la boca y mi guitarra a mi izquierda. Ansioso, esperando un nuevo anochecer que llegará en breve, dispuesto a todo, a endulzar mi vida tras estas salinas que me arrastran al mar. en 30 minutos a la obras, a tener que poner todo mi empeño para en una hora y media conseguir terminar mi tarea que empecé ayer e ir después a mi ensayo con mi nuevo grupo, mi nueva manera de ver la alegria en mi vida. Hoy habrá público, más iniciaremos nuevos laberintos de sensaciones tanto en nosotros como los que están alrededor, empezando nuevas melodias, nuevas palabras soltadas por nuestro tímido ángel, y yo ahí dirigiéndolos de manera que se diviertan. Pero por dentro sigo pensando, sigo anhelando pasiones perdidas tras estragos del pasado. Un nuevo dia, una nueva forma de vivir, un nuevo sueño, un simple amor por lo que me rodea, que me hace daño, que me desea, y al mismo tiempo me deshecha.
Y esta mañana, más descaros de las coincidencias de la vida, y en vez de ir a tocar mi instrumento de 6 cuerdas, me largo a sufragar horizontes escondidos con mi enseñante, mi maestro. Alguien a quien le debo todo, y el de mi no quiere nada, alguien por el que apostar hasta el último céntimo. Se que el ruido que produce en este equilibrio universal mi presencia, llena corazones de todo ser viviente que me perciba, más no sucederá la ocasion en la que los muertos me arrastren más lejos de o que ya lo estoy de la cordura, y menos aun de la locura.

2 comentarios:

  1. Si va por mí, sinceramente, lo de maestro me viene muy grande.

    En esos momentos, empatamos y nadie tiene un rol por encima de otro.

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  2. Se supone que maestro es quien enseña ¿no? pues tu me has enseñado cosas.

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